sábado, 27 de noviembre de 2010

Una mano amiga

Cuando un atleta corre una maratón y ve a lo lejos la línea de su ansiada meta aproximándose paso a paso después de tanto esfuerzo, pero de pronto la oscuridad lo inunda todo y ya no sabe hacia dónde dirigirse...¿qué ocurre entonces?
Cuando un náufrago se lanza al mar en una balsa construida con el sudor de su frente en busca de su hogar y al fin divisa tierra firme, su hogar, pero se forma una fuerte tempestad que lo hace caer a las turbulentas aguas...¿qué ocurre entonces?
Cuando las manos y pies de un escalador exhausto están ya agrietadas y apenas quedan unos metros para alcanzar la cima, la cumbre de su éxito, pero la montaña se derrumba...¿qué ocurre entonces?
En muchas ocasiones la oscuridad no nos deja ver, el agua y el viento nos golpean impidiendo que podamos subir a nuestra balsa, un movimiento de tierra hunde nuestra montaña y volvemos al suelo...¿cuántas veces nos hemos sentido así?
Pero por muchas sombras y tempestades que padezcamos, siempre nos quedará algo, algo que nos empuja, algo que nos ayuda a volver a ver la luz, algo que nos saca de la tormenta y nos pone de nuevo en rumbo, algo que junto a nosotros empieza a colocar uno por uno los granitos de arena de nuestra montaña: una mano amiga. No importa si son muchas manos o pocas, lo importante es que sean fuertes y que en el momento en que caigamos, no se aparten, sino que se unan para que no nos hagamos daño.
Mira a tu alrededor y siempre encontrarás esa mano amiga, y recuerda: cuando algo no es fácil, se vuelve más valioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario